El FPMR es una organización revolucionaria que nació a finales de los años 80 como respuesta militar organizada a la dictadura militar de Augusto Pinochet, con la intención de derrocar el régimen y avanzar hacia un gobierno popular que representara los intereses de las clases trabajadoras y las poblaciones históricamente oprimidas. La lucha del FPMR no solo se centró en la lucha contra el régimen militar, sino también en las estructuras de dominación imperialista y neocolonial que operaban tanto en Chile como en el contexto global.
En este sentido, la abstención reciente de Chile en la votación de la ONU contra el colonialismo refleja un alineamiento con intereses imperialistas y una política exterior que contraviene los intereses de los pueblos subyugados y explotados. Desde una perspectiva marxista-leninista, esta abstención es una manifestación de cómo el Estado chileno, como parte de la estructura del imperialismo contemporáneo, adopta posiciones que protegen los intereses económicos y políticos de las clases dominantes locales y de las potencias imperialistas.
El Neocolonialismo y la Política Exterior Chilena
La política exterior de Chile en la ONU en este caso debe analizarse desde una crítica al neocolonialismo. Si bien Chile no es una potencia imperialista en el sentido clásico, su papel dentro del sistema capitalista global y su subordinación a las dinámicas de poder imperialista le sitúan como un actor que reproduce las lógicas de dominación. El hecho de que Chile se abstuviera en la votación contra la erradicación del colonialismo refleja una postura pragmática basada en los intereses económicos que mantiene con los centros de poder imperialistas, especialmente los Estados Unidos y la Unión Europea.
La abstención también tiene una dimensión internacionalista que no puede pasarse por alto. En el marco del FPMR, la lucha por la soberanía y la independencia de los pueblos oprimidos está vinculada a la denuncia y la acción contra el colonialismo en todas sus formas. La posición de Chile puede interpretarse como una traición a los principios de solidaridad internacionalista, pues al abstenerse, el gobierno de Gabriel Boric se alinea con las potencias que aún mantienen estructuras de dominación colonial en territorios como Palestina, el Sahara Occidental, y las Islas Malvinas. La abstención, por tanto, no es simplemente una cuestión de diplomacia, sino una expresión concreta de la subordinación de la política chilena a los intereses imperialistas.
La Traición a los Pueblos Oprimidos del fin del mundo.
Desde la óptica del FPMR, este tipo de actitudes diplomáticas son vistas como una traición a la lucha de los pueblos oprimidos. Chile, históricamente, ha sido víctima de las dinámicas de colonialismo económico, político y cultural, especialmente bajo la dictadura de Pinochet, que entregó los recursos naturales y las riquezas nacionales a intereses extranjeros. Sin embargo, tras la transición a la democracia, se ha consolidado una estructura de poder que sigue funcionando en beneficio de las élites locales y las transnacionales, lo que se traduce en un neocolonialismo de corte capitalista.
En este sentido, la abstención de Chile ante la erradicación del colonialismo refleja la continuidad del pacto con el imperialismo, que solo cambia de forma tras la dictadura, pero no de fondo. La ausencia de una política exterior verdaderamente soberana y antiimperialista impide que el país se posicione de manera clara junto a las naciones oprimidas que luchan contra el colonialismo y el imperialismo.
El Papel de la Clase Trabajadora y los Movimientos Populares
Desde el FPMR, se debe considerar que esta abstención no solo es responsabilidad del gobierno, sino también de las fuerzas políticas y sociales que, en nombre de un progresismo vacío, se niegan a confrontar directamente a las estructuras imperialistas que perpetúan la desigualdad y la explotación. La clase trabajadora chilena y los movimientos populares deberían interpretar este acto como una clara señal de que el poder político en el país no está del lado de los pueblos oprimidos, sino que sigue siendo parte del sistema capitalista global.
La lucha contra el colonialismo, entendida en su sentido más amplio, debe ser parte de la agenda antiimperialista de los pueblos. En ese sentido, el FPMR, al igual que otros movimientos de liberación nacional en América Latina, debe continuar con su labor de denuncia y organización, buscando transformar las estructuras del poder chileno y promoviendo una política exterior que se alinee con los intereses de las naciones oprimidas y las clases explotadas.
Conclusión, la patria necesita de una Política en el Exterior Soberana y Antiimperialista
La abstención de Chile en la votación contra la erradicación del colonialismo en la ONU es un reflejo claro de la falta de un proyecto político soberano y antiimperialista en el país. Desde una perspectiva marxista-leninista, y tomando como base la historia de lucha del FPMR, este acto debe ser entendido como una continuidad de las políticas neoliberales y pro-imperialistas que han dominado la política chilena en las últimas décadas. Solo a través de una lucha organizada de las clases populares y los movimientos sociales será posible construir un Chile verdaderamente soberano, que rechace el neocolonialismo y apoye a los pueblos que luchan por su autodeterminación.
Esta postura no solo debe limitarse a la denuncia, sino que debe transformarse en un llamado a la acción: la necesidad de una política exterior que se base en la solidaridad internacionalista, la lucha contra el imperialismo y la defensa de los derechos de los pueblos oprimidos. El FPMR, y otros sectores revolucionarios, deben retomar el legado de lucha de los pueblos del sur global, avanzando hacia una política que se ponga a la vanguardia de la lucha antiimperialista a nivel mundial.