Presidente Barón Organizado explica el impacto que ha tenido el desarrollo inmobiliario en Valparaíso y cómo afectó a la vida de barrio.
Recuerdo que de niño el cerro Barón era mágico para mí, recorría las calles de casa
de mis abuelos paternos en O’Brien a la de mis abuelos maternos en la calle Belgrano o Valparaíso, a donde mis tíos en la cancha Ercilla o a ver jugar a mis tíos en la cancha de la Laguna defendiendo los colores del CAJU.
Es quizás por eso que amo tanto este cerro, y a pesar de que no nací en el sino en Placeres, la muerte repentina de mi padre y una difícil situación económica nos hizo emigrar al Barón para estar cerca de la familia, recuerdo como si fuera hoy los almuerzos domingueros en casa de mi abuela materna donde se comían los infaltables tallarines con mechada con harto queso rallado y después al cine Barón a ver el rotativo.
Mi niñez la pase jugando a la pelota en la cancha Ercilla, en la calle O’Brien o en la Laguna y me divertí jugando a los indios en la parcela del chino Conga en donde hoy se levanta el liceo Barón y me tire en carretón por la calle Nelson.
Será porque guardo tan bellos recuerdos de mi niñez en el cerro Barón es que hoy pasados más de cincuenta años cuando regreso a él lo desconozco, y es que el Barón de antes en el que todos éramos familia ferroviaria, hoy es un grupo de casas que luchan por mantenerse de pie frente a las enormes construcciones que las están rodeando y que las amenazan con hacerlas desaparecer tal como lo hicieran con nuestro querido hospital Ferroviario o abandonada como la bella iglesia de San Francisco.
Es que los baroninos somos gente de barrio, de juntarnos en las tardes a charlar en las puertas de las casas o en las esquinas los más jóvenes, y hoy todo esto está desapareciendo desde que empezaron a aparecer las inmobiliarias con sus proyectos individualistas y de un día para otro se nos llenaron las calles, los barrios y los recuerdos de edificios y condominios que nos quitaron la vista a nuestra hermosa bahía de Valparaíso y que nos amenazan cada día con que en cualquier momento nuestro barrio desaparecerá para dar paso al “modernismo”.
Es por eso que las resistimos, porque no queremos ser parte de su individualismo, queremos seguir siendo el barrio de siempre, el solidario el familiar, en donde nuestros hijos y nietos puedan correr tranquilos por nuestras calles sin temor a que los atropelle un auto de alguien para el cual el tiempo es oro.
Dirán que soy un romántico empedernido o que me quede dormido en el pasado, pero prefiero ser así que ser un ser incognito en un barrio que ya no me reconoce, prefiero ir por la calle saludando a todos y todas que vivir encerrado entre cuatro paredes rodeado de gente que no me importan y a quienes no les importo…
Patricio Fuentes Gómez